Regresando al existencialismo y sus implicaciones en la
formación de la identidad individual, me chocan muchas dudas acerca del
pensamiento escéptico que nos lleva a confían únicamente en lo palpable y
visible, estoico de corazón. Por el momento no encuentro mis libros favoritos y tampoco creo que me
ayudarían. Estoy confortablemente a la deriva, meciéndome entre las olas y
viendo al cielo buscando alguna explicación.
Si tuviera que hablar con dios, tendría que decir que me
diera unos minutos para preparar mis preguntas. Y es en ese momento en donde todo lo
que conocemos como dios se desintegra en espirales infinitos de nuestras
propias incógnitas, en donde nuestro ego, alma o ser se elevan a jugar entre
las interrogantes interminables sobre los supuestos que no nos permiten ser.
-Jesús- le diría al principio. - ¿Sigues avergonzado de ser distinto, ser el unigénito?-
No para escuchar las justificaciones que han surgido para
explicar la crueldad del hombre simplemente para ver si era humano o al menos
no un sociópata. En esos momentos donde la verdadera pasión de cristo se
revuelve entre la sangre derramada por la humanidad y su infinita capacidad de amar. No le
podría negar que su venganza contra la fe se convirtió en el asesino de los
sueños y el pragmatismo de la razón. Le preguntaría si me puede permitir entrar en la presencia de su padre
por su propia fe.
En este momento le diría al padre porqué cada vez que me
alejo más de mis preguntas sobre la existencia; se van convirtiendo en
formulaciones personales, en reclamos individuales. Entendiendo que él nos brindó
la libertad, le preguntaría si se ha convertido en el caos total. Y si esa es
la verdadera naturaleza del espíritu, su falta de comprensión para el hombre imperfecto. En
esos momentos de angustia donde solo nos podemos apiadar y entender a nosotros
mismos como reflejos del espíritu santo
y la obra de dios para entrar en paz me desvanecería.
Si le preguntaría algo más perdería mi libertad y si le
rezara todas las noches me volvería su lacayo. En ti señor descansan mis pesares,
en ti señor vive mi libertad, en ti señor se escapa mi paz, te amo pero lejos de ti. Como
el amor amargo que ocurre después de vivir con alguien por mucho tiempo. En el casación
de buscarte cuando lo has dado todo y solo encuentro tú reflejo en todas las
cosas en especial en las más sencillas.
Pero di-s cómo es posible que vivas en lo minúsculo, es que
acaso hemos perdido el miedo; es porque ya no tienes respuestas sencillas; más
que la infinita imaginación de esté ser que te creo a su semejanza. Padre yo no
me culpo más pero tampoco soy feliz entre tanta miseria y violencia. No soy feliz en las
cascadas del tiempo que chocan en la base del cañón dónde me agrada pensar; que nadie
me puede escuchar o entender. Bajare por el rio sin cruzarlo no por el miedo de cambiar al
río en sí, sino con el temor de haber perdido el tiempo entre sonidos que algunos
le llaman el camino a la libertad, pero que nos vuelven ovejas de la profundidad. Que se esconden detrás de las cosas simples y que sólo existen en esos momentos
donde encontramos, lo que se conoció alguna vez como gracia.
Tal vez ese sea mi problema, encontrar la harmonía en el
estado de caos en que vivimos. Mis piernas no corren cuando deberían, mi mente
se enoja a la hora de escuchar, mi cansancio me lleva a desvanecerme por
completo y la falta de gracia me convierte en el hombre más feo, horrible y cínico
de todos.
Solo espero que el padre me devuelva lo que alguna vez me arrebataron. Nunca podré excusar mi fealdad más allá de mis interiores; pero
cuando lo ves todos los días; en el reflejo del señor; es cuando me pregunto si
soy el anticuado o simplemente soy tan feo por ser idiota.
Después de la
destrucción vendrá el orden y así todo se ira destruiyendo como siempre suele
suceder, en el micro y macro de todo; lo que abarca la existencia, incluso de
nuestro señor, nuestro espiritu y su mismo cordero.