Lo que se une en la circulación del viento.
De los ciclos que nos confirma que el cambio es eterno.
Mosaicos de la existencia y el ingenio.
Los sueños que ligan los sentimientos. Ideas que crecen con el tiempo.
Diluyendo lo efímero en los celos. Y el nihilismo de vivir detrás de las visione y los vanos deseos.
Elevándonos a todos a la misma altura.
Y disectando el cáncer que crecía de la locura del infierno.
Visión que no tiene mesura. Y la voluntad luchando siempre con cordura.
Por qué hay quiénes se apoderan de lo ajeno.
Hasta que el tiempo les demuestra la impermanencia de afirmarse solo con el ego.
Afecciones cuestionables de las mitomanías eternas e indomables.
Por el suspiro que calma a las muchedumbres. Desmintiendo a los que corrompiendo hasta los secretos intentando encontrar siempre lumbre.
Que brillen quiénes vivan sin amarguras. Y que lloren quiénes corrompen todo por no guardarse. Ya que la vanidad se esconde entre los chismes que rebuznan las muchedumbres y el defecto de creer siempre en la sabiduría de la tribu. O peor en el secreto de quién se esconde.
Tuertas muchedumbres cegadas por el mal del la ignorancia y la melancolía de la vanidad que mató a Narciso. Se preguntan por el orgullo y después increpan al remedio o al olvido. Por eso la vida siempre demuestra que es más que un suspiro infinito.
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