Melancolía ilustre e ilustrada.
No consagrada más bien velada.
Del regocijo que siempre escapa.
Y de las mentiras en
el tiempo.
Y el brutal embrollo entre almohadas.
Fiel y fanática araña.
El mundo que siempre exhala.
Y la conjugación que rebalsa la cruel tentación.
Por dominar y corromper y también solamente adolecer.
Entre las tachas que definen el pasado.
Y todo eso que sigue cuestionando.
No es el secretismo que no escapa.
Es la vanidad que se aleja de la mirada.
Como el cariño inútil y cruel.
Y todo el vomito que regresa de las almohadas.
Esférica y retrograda compasión programada.
Por los que velan en su morada.
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