No fue la vanidad del momento.
Ni encontrar mis reflejos perdidos en el tiempo.
El orgullo que es la inercia del coraje y la valentía de los sentimiento.
Perdiendo todo lo que había construido por la infamia del engaño que se mezcla con el sereno.
Y también por el odio infinito de los celos.
Que cortan todas mis ideas en pequeños e inútiles sentimientos.
Soportando a los que viven ahogados en sus propios delirios y venenos.
Para intentar hacer nuestro amor eterno.
Y abandonar el apego que asfixia reclamando con engaños al tiempo eterno.